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sábado, 23 de agosto de 2014

Jungla (protesta)

Alguna vez quise estudiar veterinarias.

Me interesaban los animales y se me cruzó por la cabeza, necesitaba un cambio y simplemente lo elegí.
Y tenía dos buenas razones.
DOS:
  1. Quería entender a los animales.
  2. Y salvarlos  (que arrogancia).

Eso era realmente. No deliraba en ansias de ser el Vademecum humano, ni la entusiasta de las cirugías; tampoco me desvivía por ser una erudita de laboratorio. Quería entenderlos y ayudarlos a que no se mueran.
La segunda razón estaba más  en llamas que la primera. Y me parece que por un tiempo se transformó en la principal razón.

Un día ví como una jauría de perros se atacaban entre sí, dejándose gravemente heridos y hasta moribundos.
Alguna vez observé como una gata rechazaba a uno de sus recién nacidos, actuando como selector natural al negarle leche de su cuerpo.
Ví como una gacela renga, era ultimada por un león. Cómo un águila aprovechaba la distracción de un (ex) conejo.

Cruel naturaleza. Lo miraba desde el afuera, como si la naturaleza no se aplicara a mi condición de humana. Feliz de ser humana. Por aquello que llamamos moral y sentido común. Humana.

“Afuera es una jungla”.

Eso me dijo alguien una vez, y no dudé en darle la razón. Con tan solo escuchar esa frase pensaba en esa salvaje Naturaleza de la que por cierto tomaba distancia. Porque pertenecía, pero de otra forma. Muy distinta, donde un sistema de valores dado por un grupo grande o pequeño de personas que se hacen llamar comunidad esperan, exigen, claman, respiran, cargan, llevan, sudan: Moral y sentido común.

Como un mantra: Moral y sentido común.

Me sentí  felizmente aparte. Nos sentí a todos como apartados de esto.
Porque hay moral y sentido común, donde un título como comunidad dado por un grupo grande o pequeño de personas con un sistema de valores válidos, pensados y estudiados pueden vivir como seres civilizados sin tener que tomar rehenes;  volar rascacielos, iglesias, hospitales y escuelas; solo para el beneficio político, social y económico de unos pocos.

Como un mantra: 

Moral y sentido común...
...algo que parece no funcionar. 

Porque mirá como estamos, que nos pasan un video de la decapitación de James Foley y sombríos como somos pinchamos en el link para verlo decir sus últimas palabras en este mundo terrenal  y con sus manos atadas a la espalda, respirar serenamente en ese ultimo segundo; para luego ser ultimado con un cuchillo mínimo.
Y en ese instante final, lo sórdido se va, y nos da pena, y desesperación y miedo y tristeza de entender que la vida no vale tanto como creemos y que esta Naturaleza aparte en la que hoy habito y camino me avergüenza, lastima y envenena.



Afuera es una jungla. 


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